A MARIÑA
El Consello de Contas fiscaliza la gestión de Viveiro y Mondoñedo
Las auditorías permiten pulsar la situación económica de los Concellos
Por lo que cuentan los dos alcaldes, problemas de personal, de diferente índole, han impedido a los Concellos de Viveiro y Mondoñedo rendir cuentas en los plazos establecidos. No remitir los balances de gestión económica ya les supone no poder solicitar determinadas subvenciones a la Xunta. Por «incumprir a obriga» legal de transmitirlos, el Consello de Contas los fiscalizará este año.
Serán sometidos a una «auditoría de regularidade» porque «presentan contas non rendidas ou retrasos especialmente relevantes dos exercicios 2006 a 2009 e que tampouco renderon o 2010». Junto a otros tres lucenses, uno coruñés y tres pontevedreses, el Consello de Contas ha valorado su «nivel de risco asociado». Lo ha definido tras analizar cuántos balances económicos no presentaron, cuántos no han sido aprobados por el pleno y si los Concellos fueron fiscalizados con anterioridad.
Melchor Roel, alcalde socialista de Viveiro, y Orlando González, regidor nacionalista de Mondoñedo, confirman que el Consello de Contas ya auditó la gestión económica de ambos municipios cuando estaban gobernados por el PP. El mindoniense espera aprobar las cuentas del 2010 antes de final de mes y tener regularizadas las del 2011 antes del verano. El viveirense dice que las tienen aprobadas hasta el 2008 y que desde noviembre están con los trámites de las del 2009 y las del 2010.
A la hora de explicar las causas del retraso, Roel se remite a las actas municipales, donde constan reproches al interventor, así como la contratación de una empresa y de personal para actualizar cuentas. «Ya sabíamos que nos iban a auditar porque antes ya lo anunció el portavoz en Viveiro de ese organismo tan independiente», refiriéndose al edil popular César Aja. González dice que tuvieron que regularizarlas desde el 2004, para lo cual contrataron una empresa y personal. Ambos se muestran dispuestos a cooperar con el Consello de Contas porque, en palabras de González, «non hai nada que ocultar».
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